hoy soy mi propia voz. tratando de salir. evitando ser un grito ante la gente.

las cosas vienen en empaques sencillos. uno va complicándose la existencia tratando de desenvolverlas y llegar hasta el fondo. cuando te das cuenta, es como aquel repentino recuerdo de tu fiesta #11 de cumpleaños donde con pastel, regalos y piñata incluida corriste abrir los regalos de una manera desesperada y luego al darte cuenta de tu estado supiste que todos te observaban (o supiste que lo hacían y hasta después reaccionaste). siempre hay momento para detenerse y evitar la euforia, pero es una ardua tarea.

estos días no son para reflexionar cosas sobre nadie más excepto yo mismo. estoy separando a los demás de los procesos que involucran contemplación, estima, introspección. o sea, quiero no contaminarme. ni contaminar a nadie.

mi proceso creativo está dando muchas vueltas, y todo quello que alguna vez quize decir está mutando. los aviones, los kilómetros entre algún deseo y otro, las ausencias, los vacios, el encuentro y el viaje. todo se ha teñido de grises, de tonalidades oscuras. pero eso es una buena señal por que entonces estoy vomitando todo aquello que debe ir para afuera.

mi corazón ya no está latiendo tan rápido. la quietud debería ser un estadio recurrente y perdurable. jugarle al estira y afloje no deja nada bueno, solo desgaste. la espera desespera. hoy quiero ser extraordinario para alguien más. ya no quiero querer girar alrededor del mundo de otro; ya no quiero hacer maletas (aunque sepa que eso finalmente es irremediable), ya no quiero que mis expectativas sean tan mínimas, permitir en tal caso no ponerme límites y no saber discriminar. quiero aprovechar el tiempo muerto. el anaquel de recuerdos suspendido, como naturaleza muerta. ya no se trata de aprovechar lo que viene sino lo que está enfrente. quiero quererme un poco más.


ojalá mis mantras funcionen.