el final de algo. de lo que sea: la jornada laboral, el periodo escolar, una relación, el calvario por no poder superar el pasado, la ansiedad mortífera por el futuro, los miedos, las alegrías, la gordura, la pereza, el optimismo. las cosas tangibles e intangibles tienen un final. todo tiene un final. lo que quieras puede resolverse o concluirse.
el tiempo solo es una ilusión irremediable y convencional que a veces hace sus trucos para hacernos padecer las agonías de un transcurrir lento y también puede ser el detonante en la efervescencia de los días. aquello que se escurre rapidamente. todo eso que al voltear la mirada te transporta al estadío absurdo de melancolía innecesaria para estas fechas.
el año termina.
aún no has podido revisar con detenimiento pero casi te aseguras que no más de diez veces regresaste a escribir en este espacio durante los pasados meses. te preocupa un poco la idea de la incapacidad que tienes para concentrarte al momento de escribir lo que quieres escribir y el cinismo con el cual puedes encarar la falta de disciplina o de "constancia" para elaborar textualmente tus ideas. tus quejas, tus deseos, tus evocaciones. todas tus ocurrencias.
estos han sido doce meses difíciles. el único pilastro central y posible sostén que evitó un derrumbe inexorable de tu persona fue, visto retrospectivamente como un todo, la serie de decisiones y cambios que estás seguro en un futuro te costarán mucho más de lo que hoy percibes estarías dispuesto a pagar, pero de lo cuál tampoco te arrepenties. al menos eso crees por lo pronto.
trabajaste, gastaste, invertiste en dos cámaras, perdiste una al dejar tu trabajo; tuviste dos accidentes en menos de dos semanas y todo el tiempo sabías que estabas más triste que en nignún otro año en tu vida por que jamás te habías sentido tan desesperado, tan solitario, tan ensimismado, tan imprudente y cobarde. para evitarlo sólo te acercaste a tres refugios: la comida, la bebida y la fotografía.
repites "ya casi se termina, ya casi..." y tienes la sólida idea de que no puedes acabar con una imagen teñida en marron oscuro acerca de lo que todo ha significado para tí. sientes la urgencia de escapar pero al mismo tiempo consideras que la poca experiencia que has sabido demostrar con el paso de los años solo te pueden conducir a proponerte que las decisiones ejecutivas en tu vida dependen en su mayoría de tí y de nadie más. que la etapa post adolescente en serio ya se terminó. que los sueños inoportunos, las brisas de fantasía en portugal, los viajes fallidos al centro del país o las caricias ausentes son solo una maraña de obstáculos que alimentan tu ineptitud al tratar de reconocer a la persona que vez diariamente en el espejo y que has descuidado, dejándola ser fea, obtusa, enfermiza, nerviosa, fetichista, decidiosa y mordaz. nada ha sido como lo planeado por que decidiste que ese fuera el tipo de orientación para tí. por tanto, no hay expectativas, no hay un plan o una agenda. por tanto, no debería existir nada por lo cual quejarte o temerle.
pero aún así, el año termina, y las esperanzas y los temblores y las pequeñas sacudidas y los pequeños gestos y los absurdos arranques que te rodean o que provienen de ti, todos ellos integran el amuleto. decides entonces, que asi, justo como has mandado al carajo esa brújula imaginaria y justo como decidiste quemar el mapa con las leyendas claves para el mejor de los sentidos, de esa manera recibirás el año que viene. por que a pesar de todo y apesar de ti, has aprendido a gozar el estar vivo.
doces uvas y un deseo por encima de todo: amor. mucho amor.
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